¡Qué envidia me dan!
Qué envidia me dan los pueblos que no necesitan una plataforma que los defienda, los pueblos que creen que lo suyo es lo mejor y lo defienden, las ciudades que potencian lo que es suyo y lo engrandecen, sin que nadie tenga que decirles que lo que vale es lo que ya tienen.
Qué envidia me dan los pueblos que no necesitan una plataforma que los defienda, los pueblos que teniendo poco o nada, hacen de ese poco un todo y lo venden, y otros pueblos que si necesitamos una plataforma que nos defienda, se lo compramos en la creencia de que lo suyo es mejor que lo nuestro.
Qué envidia me dan los pueblos que no necesitan una plataforma que los defienda, los pueblos que son conscientes de lo suyo, de su acervo, de su historia, y se sienten orgullosos de lo que son y de lo que tienen.
Qué envidia me dan nuestros vecinos, que venden a bombo y platillo su ciudad, su sitio, su lugar en el mundo, los que dicen que su pueblo hace volver, que lo que se gasta en su pueblo se queda en su pueblo, los que venden sus noches de flamenco, sus salinas, su vino, sus campos, sus caballos, sus playas y sus pinares, sus hoteles…
Qué envidia me dan nuestros vecinos que hacen suyo hasta aquellos que otros no quieren, y lo venden, y otros pueblos que sí que necesitamos de una plataforma que nos defienda, se lo compramos… aunque en principio fuera nuestro y no lo quisiéramos.
Qué envidia me dan las ciudades de nuestro alrededor, que promueven ser cuna de la sal, cuando la sal nace en nuestra tierra, que se dicen madre del flamenco, cuando el flamenco se vive en nuestras calles y plazas como en ningún otro sitio, cuando mi tierra ha visto nacer entre otros a Camarón, a Niña Pastori o Sara Varas.
Qué pena me da de mi Isla que aun teniendo una Plataforma que la defiende, que día a día le recuerda su historia, su valor, su cultura, su gastronomía, su arte, su salero, su playa, su Parque Natural, su sol y hasta su levante y que aun así no se quiere a sí misma, no quiere reconocerse al menos igual que sus vecinos, no quiere luchar por defender su protagonismo en gestas históricos, ni su actualidad en hechos cotidianos.
Qué pena me da de mi Isla que aun teniendo una Plataforma que la defiende, no se entera, o no quiere enterarse de que en un día de 1810, cuando toda España era una Isla, un grupo de cañaillas se reunió y le dijo a Napoleón Bonaparte: “¡Por aquí no pasas!, no me importa que hayas conquistado Madrid, Sevilla, Jerez o Chiclana, ¡de aquí no pasas!”. Qué pena me dan mis vecinos, herederos de aquellos que en una mañana de septiembre de 1810 les dijeron al mundo queremos ser gobernados por el pueblo y para el pueblo, queremos ser gobernados según unas normas modernas y dignas, y le dieron al mundo la Constitución de 1812, ejemplo de ciudadanía y modernidad. Qué pena me da de mis salinas, que desde siempre han sido motor de la economía de mi tierra, que han dado gusto a los platos de todo el mundo, que han llevado su sabor por todos los rincones de nuestra geografía, y ahora ven como otros pueblos, seguramente más listos, se constituyen en cuna de la sal, y como tal se venden.
Qué pena me da de mi Isla que aun teniendo una Plataforma que la defiende ve su playa sucia y abandonada, y no lucha por hacerla valer, porque se reconozca su valía de paraje casi virginal, que ve como en la parte de “uso público” de la misma, aparcar es un imposible, y llegar desde el coche o la parada del autobús hasta la arena es un deporte de alto riesgo evitando coches, motos bicicletas e incluso patinetes, circulando por el medio de la calzada por no disponer de una acera o un paseo para peatones.
Qué pena me da de mi Isla que a duras penas sobrevive encerrada entre distintas administraciones enfrentadas entre sí, y que cuando una propone, otra dispone y otra descompone, a veces tan solo por miras partidistas, otras con la intención de evitar que uno u otro se lleve los méritos, las más de las veces por estulticia e ineptitud, pero siempre haciendo pagar este enfrentamiento a mis vecinos.
Qué pena me da de mi Isla que aun teniendo una Plataforma que la defiende se encuentra indefensa ante quienes se apropian de su patrimonio cultural y social, que ve como los grandes proyectos que para su desarrollo se presentan, son echados en el olvido una y otra vez, que ve como cuando algo bueno para la Isla se propone, alguien se encarga de meter palos en sus ruedas para que no funcione.
Qué envidia me dan de mis vecinos que no necesitan de una Plataforma que los defienda porque ellos en sí mismos son su Plataforma. Y que orgullosos estoy de mi plataforma, la de la Isla que pese a quien le pese, y a pesar de que la Isla no quiera, día a día lucha por hacer ver a la Isla, a sus ciudadanos, sus instituciones, entidades y asociaciones, el valor que las cosas de mi Isla tiene, que orgulloso estoy de este grupo, cada vez más numeroso, de Cañaillas que día tras día, pelean con sus vecinos para hacerles saber, aunque no quieran saberlo que lo suyo es lo mejor y que si ellos quisieran ni habría sal, arte, cante, historia, sol ni playa que no se comparara, perdiendo, con la sal, el arte, la historia, el sol o la playa de la Isla…
Y es por eso por lo que tengo envidia.
A mi no me da pena...sin embargo lo que si siento es coraje, rabia de que los isleños que tanto miramos lo ageno, no miremos por lo nuestro; qué consintamos que los políticos nos lleven y traigan a su albedrio. El día que aprendamos a defender, promocionar, vender y sobre todo querer lo nuestro seremos Isleños, mientras somos meros vividores en la Isla de León. Es triste, duro, y sobre todo amargo para algunos de nosotros que en este lugar extremadamente envidiado los habitantes del lugar dejemos todo a los llamados representantes del pueblo(qué hasta ahora y hasta que no se vea lo contrario) mirán más por las próximas elecciones que por los habitantes de San Fernando
Que podemos esperar de un inutil como fran romero , que tiene la playa llena de mierda.