No estamos solos
Hoy los hilos del Universo me llevan a escribir sobre algo que me ha pasado esta misma mañana y que podéis observar en la foto que acompaña al texto. Como veis encontramos en el aparcamiento dos filas de coches que impiden la salida de los que se encuentran justo en el medio de ambas. En el momento de la captura hay tan sólo tres coches "atrapados", pero cuando fui a sacar el mío pude contar más de diez. ¿Cuál es el motivo? Simplemente que hacemos lo que hace el de al lado sin pensar, sin mirar, sin tener en cuenta las consecuencias que pueden tener para los demás.
Algo tan básico, como saber que para aparcar delante de un coche debes asegurarte de que éste no tiene ninguno detrás, me ha hecho pensar en la cantidad de cosas que hacemos con la misma inercia, sin pararnos ni un sólo segundo a ver un poco más allá de nuestras narices. Si él lo hace yo lo hago y ni siquiera soy consciente de que esto puede llevar a otros a situaciones difíciles, a problemas que dependen tan sólo de nuestro gesto desconsiderado o, sencillamente, mecánico. Así lo he observado hoy, y así podemos verlo cada día...
Tal vez no sea casualidad que justo ayer cuando volvía en autobús de Madrid viví algo parecido. En la parada que realiza el autobús a mitad de camino, dos de sus ocupantes comenzaron a hablar en el área de descanso. Al subir continuaron la conversación durante las cuatro horas de trayecto que nos quedaban. ¿Qué tiene esto de malo? Nada si no fuese porque estaban sentados en asientos que se encontraban a casi dos metros el uno del otro, por lo que debían elevar mucho la voz llegando sus graves sonidos a todo el autobús, dando vida a una charla que poco tuvo de privada (y mucho menos de interesante). El hecho de que uno de ellos no tuviese a nadie sentado a su lado nos muestra lo absurdo de la situación y la poca consideración por parte de ambos que, como os cuento, no tuvieron el detalle de sentarse juntos haciendo que los pasajeros no pudiésemos ni descansar, ni escuchar la televisión, ni mucho menos quitarnos de la cabeza el pensamiento constante de "¿¡¡cuánto falta para llegar!!?".
No está dentro de mis planes escribir para criticar este tipo de actitudes sociales, pues considero que la mejor manera de acabar con los aspectos negativos es obviarlos y cambiarlos con nuestros actos positivos, pero, sinceramente, a veces no consigo salir de mi asombro y me apetecía compartirlo por si a vosotros también os hace ver cosas que a veces ninguno tenemos en cuenta.
Por tanto, como conclusión a estas anécdotas tan sólo quiero invitaros a reflexionar sobre el hecho de que no estamos solos en el mundo, de que no depende de nosotros la vida de los demás, pero sí el facilitarles las cosas en muchas ocasiones. No cuesta nada vivir siendo conscientes de que hay personas cerca que pueden verse afectadas por nuestros actos; es muy satisfactorio abrir los ojos a quienes creen estar ciegos y mostrarles todo lo que son capaces de contemplar, de observar; nos llenará de alegría dejar ese hueco para que otros pasen o ceder nuestro asiento a alguien que lo necesite más.
Es maravilloso darnos cuenta de que hay más personas en el mundo, de que a veces, un desconocido puede esforzarse en sacarnos una sonrisa, en facilitarnos nuestra dura tarea diaria, en llenarnos de regalos que andaban perdidos en un corazón que poco a poco se muere dentro de un mundo lleno de almas vacías. Es gratificante poder acostarte cada día recordando cada mirada que reconociste al levantar la vista del suelo, cada gesto que tuviste, cada pequeño detalle que te hizo llenar un nuevo día de sentido.
No estamos solos y por eso mismo no debemos actuar como si el mundo sólo fuésemos nosotros mismos, como si nuestro pequeño grano de arena no fuese capaz de crear una playa junto al resto, como si nuestra gota de agua no tuviese el poder de colmar todo un vaso, como si nuestro latir no diese vida a todos los corazones del infinito Universo. No estamos solos, así que dediquémonos a repartir felicidad para que, más tarde o más temprano, todo lo que demos se nos devuelva convertido en cientos de sueños hechos realidad...
Me ha encantado tu reflexión, hay días que me vuelvo observadora y en solo unas horas me doy cuenta de que vivimos tan ajenos y aislados del resto que nos volvemos egoístas, si nos diéramos cuenta y reaccionáramos el planeta lo agradecería y nuestras vidas serian mucho más felices.
Un saludo.
SOLOS O EN COMPAÑÍA, SI NOS SENTÁRAMOS SOLO UN MOMENTO A PENSAR, A SENTIR Y A PREOCUPARNOS POR EL OTRO SERIA MUY DIFERENTE LA HISTORIA. PERO LAMENTABLEMENTE VIVIMOS EN UN MUNDO DONDE PRIMERO YO, SEGUNDO YO Y TERCERO YO. PERO SI COMO DICE ESTA COLUMNISTA MARAVILLOSA PENSAMOS UN MOMENTO EN LOS DEMÁS, TODO PUEDE MEJORAR.
OJALA SUS COLUMNAS SEAN LEÍDAS POR MUCHAS PERSONAS Y ASÍ AYUDEMOS A OTROS A SER MEJORES CADA DÍA.