Los caminos de Camarón de la Isla, "bendita sea la tierra que lo vió nacer"
En el adviento de la navidad de 1950, el martes 5 de diciembre, en la calle Carmen nº 29 de San Fernando (Cádiz), en pleno barrio marinero de las callejuelas, daba a luz Doña Juana Cruz Castro a su séptimo hijo, al que bautizarían días después en la Iglesia del Carmen con el nombre de José, dando comienzo la leyenda de Camarón de la Isla.
En esta zona, al sur del sur de Andalucía, muy dados a poner motes, José no sería una excepción. Pronto su tío Joseíco , al verlo tan rubio, delgado y de tez blanca nacarada y dado que en los esteros y caños de La Isla son típicos los camarones, esos crustáceos transparentes, lo tuvo fácil a la hora de compararlo, quedando rebautizado como Camarón, cogiendo como apellido “de la Isla“, la tierra que lo vio nacer.
La etapa escolar fue en el colegio religioso Liceo Sagrado Corazón, en plena calle Real, junto a la Iglesia del Carmen, en el mismo barrio donde vivía. Aunque su presencia fue muy breve, ya que eran muchos de familia, y había que ayudar en la casa.
En la calle Orlando, Juan Luis Monge Núñez, gitano herrero, padre de Camarón, tenía una fragua cerquita de su casa, que con el tiempo se trasladaría a otra que reunía mejores condiciones en la calle Amargura nº 21, cerca de la Plaza de Toros. Allí acudían sus hijos para ayudarle, ya que se encontraba delicado de salud y había que sacar el trabajo que entraba a diario, y el que vendía por las calles. En más de una ocasión, José tuvo que hacer funcionar el fuelle para avivar el fuego de la fragua, para que su padre, Luis, pudiera hacer las alcayatitas gitanas, al compás de yunque y martillo. Posiblemente sería ahí, donde la luna vino a la fragua y dio duende a su garganta.
El Puente Zuazo, todo un símbolo de piedra ostionería sobre el caño Sancti Petri, da la bienvenida y el adiós al vecino y visitante que entra y sale de la Isla, además de ser un divertimento para el baño de los niños de la época, ya que la playa de Camposoto estaba cerrada al público por ser de dominio militar y a las de Cádiz había que ir en tranvía. José no sería menos, y aunque quedada algo retirado de su barrio, él aprovechaba los veranos cuando iba a la fragua para bañarse en la pleamar de este emblemático caño.
De la fragua al Puente Zuazo había que pasar por la puerta de la longeva Venta de Vargas, nacida en 1921 como Venta Eritaña, siendo lugar obligado de los flamencos y señoritos de la época, y entre los barrotes de sus ventanas se asomaba un día y otro el niño rubio de la Isla para escuchar a los cantaores que allí paraban. Hasta que le llegó el temprano día, con apenas ocho años, en que sería él quien estuviera dentro, alternando con Manolo Caracol y Niña de los Peines entre otros. Estos, al ver como entonaba este niño, enseguida fueron corriendo la voz. Comenzaba a sonar la garganta quebrada del gitano rubio.
La Iglesia del Carmen siempre ha estado presente en la vida de Camarón. En este templo carmelitano, su hijo José, al igual que él, recibió el agua bautismal. Y nada más recibir su hijo el agua bendita, a puertas abiertas sería la Venta de Vargas 2 en el Polígono de Tres Caminos, saliendo de la Isla por el Puente Zuazo (hoy regentada con nombre distinto por otros hosteleros) donde se celebraría este evento, el cual duró hasta el día siguiente, no faltando una buena berza gitana y un gran ambiente de cante, toque y baile.
En San Fernando, los cañaíllas tienen predilección por la figura de Nuestro Padre Jesús Nazareno, el Viernes Santo. El pueblo se echa a la calle esperando las campanadas de las dos de la madrugá que anuncian su salida. Camarón, al igual que miles de cañaíllas, veneraba esta imagen, habiendo ido a la Iglesia Mayor a pedirle al Nazareno que le salvara a su padre.
José, una vez casado con Dolores Montoya, vivió un tiempo en su piso de la calle Real de San Fernando, próximo a la salida hacia Cádiz, cerquita de la Barriada de la Ardila, donde vive su hermano Manuel, quien además de haberle cantado en los inicios a la bailaora isleña Sara Baras, también está pendiente del panteón y la fragua. El colegio Arquitecto Leoz, de la referida barriada, seria donde asistirían sus hijos en esta primera etapa escolar.
La Peña Camarón de la Isla, junto al Parque Sacramento, en la calle Manuel de Arriaga, comienza a construirse en octubre de 1991, siendo colocada la primera piedra del pilar por el titular de la misma, José Monje Cruz . Su inauguración se hace en 1995, por lo que Camarón solo pudo disfrutar del saber que sus paisanos apoyaban la iniciativa que había llevado a cabo unos flamencos de la Isla. A esta entidad llegan gitanos y payos desde distintos puntos de nuestra piel de toro. De sus paredes cuelgan fotos, óleos y carteles que recuerdan a este mito, además de celebrarse allí el Concurso de Cante Memorial Camarón de la Isla.
Se escuchaba que decían de él que lo amenazaba el tiempo, y llegó ese fatídico 2 de julio de 1992 en que su corazón no aguantó más. El Puente Zuazo, que tantas veces vio cómo disfrutaba de niño bañarse en sus aguas, sería esta vez testigo mudo de la llegada del féretro del gitano rubio, dos días después de su fallecimiento en tierras catalanas. Una enfermedad pulmonar causada por el destino y dicen que por su afición al tabaco se llevó a José y trajo al Mito.
Esa tarde los cañaíllas se echaron a la calle, llegaron gitanos y payos de distintos puntos de nuestra geografía, la Isla era un hervidero de gente. Las golondrinas revoloteaban el Puente, y desde la entrada de San Fernando fue llevado el féretro a hombros envuelto con la verde y azul con su rueda errante, pasando por la puerta de la Venta de Vargas donde el silencio se volvía murmullo, cogiendo caminito de la calle Real, junto a la puerta de la Iglesia Mayor a la que tantas veces visitó para ver a su Nazareno, hasta llegar a la Plaza del Rey, donde fue velado en el Salón de Plenos del Ayuntamiento, siendo miles las personas que por allí pasaron.
Al día siguiente seria conducido al camposanto isleño, donde él había dicho que quería ser enterrado, reposando en sueño eterno en un mausoleo de mármol verde uva, con relieve laterales panorámicos de San Fernando, obra de Manuel Correa Forero y con escultura sedente de Camarón realizada por el escultor isleño Alfonso Berraquero.
Junto a la Venta de Vargas, otro artista, el escultor Antonio Aparicio Mota, sería el encargado de inmortalizarlo en bronce, sentado en una silla de enea, mientras es observado por un niño.
<<Hace tiempo que lo publiqué en otro medio, pero ahora que estamos en tiempo de leyenda, que mejor sitio que en el periódico digital de la Isla, ciudad que le vió nacer.>> José Capinetti.