Caballero Orden de Santiago

Mientras tanto, una futura entrega se hará esperar y precederá a ésta, que con ciertas pinceladas conoceremos un poco más la propia Historia de esta maravillosa joya arquitectónica y la de sus antiguas familias inquilinas.

Y así fue como finalizó el anterior artículo publicado el viernes 11 de julio de 2014 en este mismo periódico. Un primer artículo que a modo de comentario personal, pretendía mostrar los posibles interrogantes ante el futuro uso para la Casa Lazaga y, cómo no, una ligera presentación del inmueble histórico. Por otro lado, hoy comenzaremos a dar esas ciertas pinceladas para conocer un poco más sobre la Historia de este palacete y por otro lado, nos sirva para valorar un poco más nuestro patrimonio local.

Para comenzar, decir que el linaje de los marqueses de San Juan de Carballo procedía de Galicia y, entre ellos, destacaremos a don Antonio Pardo de Figueroa que se trataba del fundador del mayorazgo (1724). Según la Real Academia de la Lengua Española, el “mayorazgo” era una institución del derecho civil (…), y que tiene por objeto perpetuar en la familia la propiedad de ciertos bienes con arreglo a las condiciones que se dicten al establecerla. Ese conjunto de bienes como herencia, pasarían de padre a primogénito varón y así ocurriría aunque no siempre, tal como nos consta en el Archivo Histórico Provincial gaditano. En lo relativo al título de marquesado, se obtendría y se concedería por Orden Real hacia 1765 por  su majestad Carlos III y, del linaje de los Pardo, de cuyo apellido se irán añadiendo otros apellidos, manteniéndose aquél como el principal y ramificándose hasta tal punto que se pierda el nombre original de la  familia. Podemos decir que en sus orígenes fueron hacendados de minifundios y marineros de la Armada española, además de constituir varias compañías mercantiles o bien renombrando la misma a lo largo del tiempo. Llegaron a nuestra bahía de Cádiz como destino militar y continuaron desarrollándose como excelentes comerciantes a ambos lados del Atlántico y, por supuesto, ejemplo de este tráfico comercial, nos obliga a nombrar ciudades como Caracas, Buenos Aires o La Habana, o bien, rutas entre Honduras y Cartagena de Indias, según la documentación oficial. Los Pardo, por su vinculación militar, fueron además Caballeros de órdenes militares o bien contrajeron matrimonio con individuos del mismo status y pertenencia.

Caballero Orden de Santiago

Don Antonio Pardo Sánchez de Ulloa y Taybo (1714-1787), fue el quinto poseedor del mayorazgo y del marquesado de San Juan de Carballo, mencionándose ya en la documentación que en 1764 se manda a construir lo que se llamaría la “Gran Casa” de la Villa de la Isla de León. La familia ya poseía otras propiedades inmobiliarias en La Coruña, Cádiz y Chiclana y, tanto ésta villa como la Isla eran en aquellos tiempos las poblaciones de recreo y descanso estival para las medias y altas fortunas residentes en la ciudad trimilenaria. Otras pertenencias propiedad de Antonio Pardo, fueron los espadines, las hebillas de oro y topacio, la relojería de oro, la plata labrada, alhajas y menaje de casa. Por otro lado, volviendo al concepto de mayorazgo, uno de los casos en el que éste no recaía en un varón primogénito fue el permiso jurídico concedido a su esposa, considerada como sucesora inmediata del mayorazgo y del marquesado. Sin embargo, su única hija se convertirá de facto et de iure en la legítima sucesora: María Celestina Pardo Sánchez de Ulloa Taybo y Rodríguez (1756 – 1820).Ella fue un ejemplo claro de unión matrimonial con un miembro de los Caballeros de la Orden de Santiago y contrajo matrimonio extremadamente muy joven al igual que su estado de encinta tan pronto. Entre sus posesiones estaban la Gran Casa de San Fernando (Casa Lazaga), el caudal de la dote percibida por el mayorazgo, alhajas y plata labrada, la herencia del fundador del mayorazgo (50.000 pesos) y el cobro de ingresos de su difunto padre, procedentes del negocio mercantil desde Buenos Aires y La Habana.Por último, de ella podemos decir que la calle trasera a la casa Lazaga fue dada en honor a su título: calle de la Mayorazga.  Su marido, Pedro de Alcántara Pardo Liaño Arjona y Romero (1743 -1799) tomó el apellido familiar compartiendo así el título nobiliario con su esposa. El capital de su dote, a priori, fue superior cuantitativamente al de María Celestina. Fue Caballero de la Orden de Santiago, Coronel de los Reales Ejércitos y Comandante del Regimiento de Dragones de Villajoyosa. Se convirtió el  apoderado de su suegro, según en los documentos del AHPC. Su fallecimiento fue descrito como un ritual castrense, religioso y solemne expresado en todas las hermandades e iglesias de la localidad cañailla.

¿Qué podemos resaltar hasta el momento? o ¿qué podemos considerar de gran importancia sobre la historia de este palacete? Bien, por un lado saber que quienes compraron el solar de esta casa y la mandaron construir, eran de procedencia gallega. La bahía de Cádiz y San Fernando, que es lo que nos interesa, recibieron un gran aporte migratorio desde Galicia como destino principal para muchos militares, comerciantes, minifundistas y burgueses ennoblecidos de aquellas tierras. Un

Real y militar orden de san hermenegildo

aporte poblacional producido durante el “Siglo de las Luces” y coincidente con la construcción del Arsenal y la población de San Carlos. Muchos comenzarían a residir en Cádiz como centro de negocios ultramarinos, pero posteriormente terminarían por instalarse las sucesivas ramas familiares en la Isla de León y más teniendo muy a mano el Arsenal de la Carraca y la población de San Carlos con todas sus instalaciones administrativas y de acuartelamientos en plena actividad. Recordemos el posterior evento bélico y de asedio que sufrió la bahía (frente a las tropas napoleónicas) a causa de ser un gran punto estratégico y de concentración de personal militar, sin obviar el comienzo de la elaboración de la carta magna como ya todos sabemos. Como otro dato importante y unido, en este caso al origen geográfico y poblacional, sería la importancia de un linaje ennoblecido y de alta vinculación con el mar, ya sea por negocios ultramarinos o por arraigo militar. Y como no, la relación tan estrecha con la pertenencia a las órdenes militares, ya fueran las de Santiago o de San Hermenegildo.

¿Acaso la población militar de San Fernando o de tradición castrense no presenta interés alguno?, ¿acaso el patrimonio vinculado a un pasado militar, aún cuando hablemos de un inmueble doméstico, no suscita curiosidad y defensa por protegerlo? No obstante, otro de los detalles a tener en cuenta es la importancia de saber y haber tenido un linaje familiar ennoblecido, asociado y destacado en la actividad comercial. Tanto es así, que la Compañía comercial de la familia Pardo estaba establecida en Cádiz desde el siglo XVIII y tuvo importancia hasta el primer tercio del siglo XIX.

Respecto a la casa, ¿qué podríamos decir? Pues no es más ni menos que una gran obra y joya arquitectónica que aún

se conserva, superficialmente en buen estado, y sus interiores la conservación es relativa según la estancia en la que nos adentremos. Las hay mejor conservadas pareciéndonos que apenas pasó el tiempo, el justo y necesario para darnos cuenta que dejó de tener vida años atrás con sus paredes y frescos en el techo, sorprendentemente, como casi recién pintados. Sin embargo, en otros rincones del inmueble podremos ver el gran deterioro del paso del tiempo, de su inutilidad y su abandono denotándose en el excesivo olor a excremento de aves, en las grietas internas en techos y en el suelo de parte de la azotea, en la avanzada oxidación de sus elementos metálicos externos, en la degradación de sus muros y paredes, en la pérdida de coloración ornamental en la azotea y hasta en hierbajos que nacen por doquier, sobretodo en el patio principal. De todos modos, se desconoce en buena parte la organización interna de la casa y través de qué accesos nos conducirían a la parte trasera. Puede ser que también haya zonas inaccesibles, de todos modos, con el plano del edificio en mano, tanto de la planta baja como de la primera planta, nos podría facilitar una posible y futura visita junto con la ayuda de un buen conocedor y alguna fuente lumínica. Previo a todo esto, sería necesario realizar un análisis del estado interior para tomar posibles nuevas medidas de prevención ante una posible visita.

A título personal, como persona con una pasión concreta sobre este tema, entiendo que Lazaga debería ser enseñada al público a lo largo de varias jornadas, para su conocimiento, su valoración, con ruta guiada presentando el lugar, pues es parte de nosotros como herencia del tiempo pasado, como maravilla arquitectónica, como inmueble histórico y de importantes dimensiones, y por supuesto, como palacete perteneciente a dos linajes que dejaron su huella en la Historia de San Fernando.

Una vez más, volveremos a retomar la Casa Lazaga el próximo mes de septiembre con una nueva entrega en donde trataremos puntos de interés sobre algunos de los siguientes sucesores de la familia Pardo, ya en pleno siglo XIX, y  detallaremos línea a línea mediante un recorrido interno los rincones de este singular inmueble.

Casa Lazaga merece ser redescubierta por la ciudadanía y redefinida para su puesta en valor.

Eduardo Mera de Oliveira