El Rey, abdicación y políticas pequeñas
Sin duda serán muchas y variadas las razones por las que habrán instado al Rey que abdique, haciéndole ver que una retirada a tiempo equivale a una victoria. Lógicamente desde la Casa Real no tienen más remedio que comunicar que la decisión ha sido personal del monarca, y que en nada ha influido la situación política actual. Sin embargo, los malos resultados en las europeas de los dos grandes partidos y la decisión de Rubalcaba de abandonar la Secretaría General del PSOE, han debido pesar como una losa.
La celeridad con la que las instituciones del Estado están tramitando la decisión del Rey, para que todo pueda estar listo para el próximo día 19, da mucho que pensar. El Senado incluso se ha saltado a la torera su propio reglamento al convocar un pleno para votar la ley en lectura única para el martes 17 de junio, cuando ni siquiera ha recibido el texto del Congreso, ya que no lo aprobará hasta el 11 de junio. Hemos tenido casi 40 años para redactar y debatir sobre esa Ley de Abdicación, ¿por qué ahora en pocos días hay que hacerlo todo? A mí, la impresión que me da, es que lo hacen de esa forma precisamente para eliminar cualquier atisbo de debate tanto en las Instituciones como en la calle.
El PSOE, o más bien Rubalcaba, parece tener decidido su voto que para nada coincide con la que muchos de sus militantes manifiestan públicamente. Espero que no impongan la disciplina de voto, dejando que sus diputados lo hagan libremente actuando como representantes del pueblo y no de su partido. Habría que recordar que en 1978 el PSOE se abstuvo cuando se votó que “la forma política es la monarquía parlamentaria”. El motivo esgrimido entonces fue que "ninguna generación puede comprometer la voluntad de las generaciones sucesivas". ¿Qué ha cambiado?
Pero como siempre en estos asuntos, suele ser el PP quien nos deja los grandes titulares y son sus políticos, junto a su Fiscal General, los que no pueden evitar convertirse en los auténticos protagonistas. En ocasiones anteriores, cuando se le ha preguntado a Rajoy sobre la Monarquía o sobre una reforma de la Constitución en ese sentido, siempre ha respondido que “no toca”. Sin embargo, ahora que no puede negar que sí toca, no se le ocurre decir otra cosa que el que quiera introducir una modificación saque primero mayoría absoluta. Deja patente, una vez más, su prepotencia y su preferencia por retar antes que por debatir. De igual forma ha criticado abiertamente la postura de CiU de abstenerse. Según dice, al partido catalán le falta sentido de Estado y hace “políticas pequeñas”. No creo que sea necesario recordarle al Sr. Rajoy que, en el momento clave para mostrar sentido de Estado -cuando se votó la Constitución- sus predecesores de Alianza Popular se dedicaron a hacer políticas pequeñas votando a favor algunos, absteniéndose otros, y votando en contra el resto.
Gallardón es otro de los que no suele faltar a estas citas. Esta vez se ha descolgado con unas declaraciones que resultan de lo más contradictorio. Ha venido a decir que proponer modificaciones en la Constitución es profundamente antidemocrático. Dicho de otra manera, pensar de forma distinta, para el Sr. Gallardón, es no ser democrático. Pero sin duda la medalla se la lleva esta vez Torres-Dulce. "Lo que no está en la Constitución no existe en el mundo jurídico ni en el político", ha manifestado con relación a un referéndum sobre la monarquía. Muestra, de esta forma, un desconocimiento alarmante de la propia Carta Magna que en el primer punto del Artículo 92 establece que “las decisiones políticas de especial trascendencia podrán ser sometidas a referéndum consultivo de todos los ciudadanos”.
A mí no se me ocurre una decisión política de mayor transcendencia. ¿A vosotros, sí?