Las Tapas
Ahora que está tanto de moda en nuestra sufrida televisión los programas culinarios, se me antoja necesario recuperar la vieja tradición del “tapeo”. Tradición en franca decadencia por mor de la crisis y las nuevas costumbres.
Bien es verdad que en estos espacios televisivos se aprende mucho y se ve mucho también. Sí Alberto Chicote se colara en más de un bar o restaurante de Cádiz o La Isla, le echaba la cadena perpetua a la plancha y condenaba a pena de muerte a la freidora. Bien es verdad que la tabla de cortar ya recibió su castigo porque, de por vida, está sentenciada a trabajos forzados.
Además con la ley del tabaco al no poder fumarse es más fácil detectar ahora a esos locales, ya que en vez de oler a Fortuna o Ducados, ahora se huele a “fritanga” de varios meses -algunas freidoras tienen el aceite desde la Semana Santa de 1976- y a sobaco del Camarero.
Pero la Tapa, esa reina de las mañanas y de la economía, se está perdiendo y es una pena. Ahora se suelen ver unos platos enormes y rarísimos. Vamos a ver señores: La carrillada, el solomillo al oloroso y la tosta de legumbres, no son tapas. Por no hablar del socorrido y odiado “montaíto”. Eso ya estaba inventado por los “Almaceneros” y era el típico bocadillo de embutidos con su quinto de cerveza que se ponía en los Ultramarinos.
Recordamos con añoranza cuando las tapas eran un simple “platito”, a veces de lata. Por no contar el origen “aperitivesco” de la tapa de todos sabido. No se componía de muchas viandas y era siempre acompañada por dos picos o por una rodaja de pan.
Como olvidar esas gloriosas “papas aliñás” de la Tienda Chica, con sus dos papas y su medio huevo duro con perejil, cebolla, aceite y vinagre. O porque no hablar ese “cuenquito” pequeño de menudo que ponía Camacho en su local de la esquina de Colón con Calatrava. Las tradicionales “papas con carne” de Los Gallegos con su media rodaja de pan, esas “gambitas rebozás” o los “soldaditos de Pavía” de La Bahía del peculiar Manolo. El Cazón frito del Bar San Diego, aquel detallito de jamón jamón que ponía Eduardo. La ensaladilla del Royalty o el queso de la Diana.
Que tapear es tapear y que comer es comer, no deberían perderse las tradiciones y apostar por la grandiosa tapa de nuestras costumbres e ir dejando de lado esas medias raciones y otros inventos.
Eso sí que era comer y tapear. Y no la nueva cocina. No quiero una decostrucción de tortilla de algas al hidrógeno líquido. Ni un carpaccio de hakari al melón y yerbas liofilizadas.
Antes a un solomillo con verduras se le llamaba “solomillo con veduras” y a un cuadro con unas meninas se le llamaba “las Meninas”. Ahora por lo visto el solomillo es: lágrimas de buey con minestrone de la tierra y un cuadro con unas “pibas” es: Mujeres en interior lúgubre en espejo reflejado.
A mi darme jamón...
Querido amigo Pablo, tu sabiduría es aún mayor que tú destreza, cuanta razón te cobija...