Llevamos tiempo escuchando aquello de que hay que renovar la imagen de la ciudad, o lo otro de consolidar la imagen urbana, así que aprovechando este rincón narrativo os animo a plantearnos qué tipo de ciudad queremos ser, sobre la imagen de la ciudad que queremos dar. Primero empezaremos diciendo que cada ciudad o municipio o lugar tiene una imagen propia, tiene elementos comunes con aquellas de su entorno, ya sea éste físico o cultural, pero tiene aspectos distintos, elementos que son diferentes y que le confieren ese toque especial que parecen disponer.

Así realmente las ciudades están en continuo cambio, modificándose para poder adaptarse a los tiempos en los que se viven. Obviamente no podemos seguir manejando exactamente los mismos conceptos de habitar que usaban los romanos, aunque alguno que otro nos iría bien sino más bien debemos adecuar el lugar en el que vivimos. Pero por otra parte tampoco debemos de entrar en la pauta de tabula rasa, no podemos coger una bola de demolición como si fuéramos la promotora de turno y destrozar algo que lleva más años que tú en el lugar.

Debemos establecer necesariamente unas pautas de actuación que sirvan, y en este caso nos vamos metiendo en lo local, aquí en nuestra ciudad podemos ver que existe un verdadero problema en cuanto a la adaptación de espacios y edificios. Tenemos espacios totalmente desaprovechados como Lazaga, la casa de la Cruz Roja, el antiguo Bingo, etc que no se les ha sabido reubicar en el siglo en el que vivimos. Claramente estos espacios tendrían un potencial enorme, por ejemplo como espacios de exposición, espacios de trabajo colaborativo, zonas de estudio o lectura, lugares de creación, diseño y moda y muchos otros que se nos pueden ocurrir, pero debido a la falta de interés, dinero o interpretación se encuentran ahora mismo muertos. No pueden ser exclusivamente un lugar de fachadas, sin que en su interior haya vida.

Y luego tenemos edificios o zonas que han desaparecido, evitándonos su disfrute como la Casa de la Reyna o el Mesón del Duque. Espacios que deberíamos preguntarnos sobre su desaparición. Tendríamos que habernos dado cuenta que aquello que iba a sustituir a lo viejo no ofrecía nada de valor.

Es por ello que tenemos que saber conjugar la conservación de nuestro patrimonio, precisamente para que en unos años no puedan decirnos que van a tirar alguno de los edificios que no tienen uso actualmente porque no se les encuentra cabida en San Fernando o peor aún que solo van a conservar la fachada. Debemos ser capaces de replantearnos muchas cosas puesto que defender el patrimonio es querer que en 300 años nuestros descendientes sigan pudiendo vivir estos espacios.

No queremos una ciudad que aleja a sus habitantes, no queremos que el centro de San Fernando expulse a sus ciudadanos habituales para llenarlo de extraños, proceso este el de sustitución de la población original del centro histórico por otras personas, normalmente de alto poder adquisitivo, que se llama gentrificación. No queremos pues gentrificar San Fernando, nos gustaría que se pudiesen conjugar tres factores:

*Respeto por el patrimonio, si todos nos concienciamos de una vez que el patrimonio es de cada uno de nosotros, todo iría mejor. Y con esto incluyo el hecho de destrozar o el de malgastar el patrimonio.

*Permanencia de las personas, no tenemos que construir un parque temático en el centro, los edificios deben seguir teniendo personas puesto que para eso se realizaron.

*Oportunidad turística, si seguimos estos pasos solo tenemos que buscar nuestra oportunidad, crear nuestro hueco y créanme cuando os comento que podríamos tener una gran oportunidad.

Si conjugamos todos estos factores podríamos conseguir lo que al principio hablamos, ese punto diferente que nos llevará a un mejor desarrollo (tanto económico, como social o cultural) de este lugar que aunque es cierto que San Fernando sea su nombre, aquí nos gusta decirle La Isla.

Carlos Alberto Delgado