El misterioso caso de los apellidos vascos
Cuando hablamos de “Ocho apellidos vascos” no estamos hablando de una simple película, sino de un fenómeno social que ha traspasado las salas cinematográficas para instalarse en cada rincón de nuestro día a día.
Ha logrado ese status en el que consigue que todo el mundo hable de ella, la recomiende y cree esa rara sensación de que si en tu entorno todavía no la has visto para poder opinar sobre ella, eres un bicho raro. Y ese es para empezar el enorme mérito que le adjudico a este producto, que el público acude en masa al cine tras un boca a boca bestial y no elige verla de manera indigna y pirateada en el salón de su casa. En los duros tiempos que corren para las salas de cine, es algo de aplaudir.
Pero me gustaría aportar datos para corroborar el fenómeno taquillero, porque quizás el lector de estas líneas no acaba de calibrar la magnitud del fenómeno.
A día de hoy el film lleva cinco semanas consecutivas como número uno de la taquilla española, devorando sin piedad a una competencia tan importante como la secuela de “El Capitán América” o “Noé” y colocándose en este corto período de tiempo como el tercer film español con más espectadores de todos los tiempos, solo superada por “Los otros” y “Lo imposible”, aunque parece ser que las superará en un par de semanas. Y sí, ha superado en poco más de un mes a todas las de la saga Torrente y acabará muy posiblemente entre las diez películas con más espectadores de todos los tiempos.
Y ante estos aplastantes datos, ¿de verdad la calidad de la película está a la altura de su inmenso éxito?. Pues siento decir que no…
La clave del film es el contraste de culturas, pero realmente no puede afrontarse tal hecho de una manera más tópica y primitiva. Inmerso en una espiral de gomina, tablaos flamencos y radicalismo político vasco de andar por casa caigo en la cuenta de que el director es Emilio Martínez -Lázaro y empiezo a entender el desaguisado. De un realizador que tiene plagada su filmografía de comedietas insustanciales como “El juego más divertido”, “Amo tu cama rica” o “Los peores años de nuestra vida” no se puede esperar gran cosa. Sí, ya sé que es el director de esa divertida comedia musical que era “El otro lado de la cama”, pero también de su olvidable secuela…
La película es tan deficiente como “buenrollera”, tan intrascendente como ingenuamente simpática. Es una película plagada de buenas intenciones en un ambiente tan crispado como el que tenemos en estos momentos en nuestro país… y se agradece. Hubiera pasado por producto televisivo, repleta de chascarrillos con los que echarse unas risas tirado en el sofá, sin que hubiera adquirido la dimensión que ahora posee. Y es que los caminos del éxito son insondables…
Del elenco de actores, genuinamente televisivo, poco que objetar. Dani Rovira es un estupendo monologuista y… zas!!! lo primero que hacen en el minuto uno de la peli es subirle a un escenario para contar chistes sobre vascos… la primera en la frente. Pero de eso no tiene culpa el joven actor andaluz, que resuelve la papeleta con enorme dignidad al igual que su compañera Clara Lago, a pesar de que se su interpretación está repleta de ceños fruncidos y miraditas de cordero “degollao”. Carmen Machi está estupenda, como siempre, pero el gran beneficiado de esta historia es el gran Karra Elejalde. Suyos son los mejores momentos del film, engrandeciendo un producto mediocre con su enorme profesionalidad y buen hacer. Llena la pantalla y no solo roba planos sino la función entera.
No quisiera ser el “aguafiestas” que ningunea la peli de moda poniendo en práctica ese deporte nacional tan nuestro que es la envidia sobre todo lo que triunfa en nuestro país. Nada más lejos de la realidad. Para un servidor es un auténtico placer que los cines se llenen aunque el film no lo merezca del todo. Que “Ocho apellidos vascos” ya forme parte de la historia de nuestro cine es algo que me alegra, sobre todo en estos tiempos tan duros en los que parece que el público tiene alergia a la pantalla grande – aunque la alergia la provoquen los prohibitivos precios de las entradas -.
Además, siempre recordaré que este film consiguió que aflorara mi vergüenza ajena en su tramo final. Sin destripar nada de su desenlace, ver a ese singular dúo musical –no, no son Los Chunguitos – me recordó a los films de una España ya pasada de moda, de la que parece que todos quieren huir cuando prefieren la transgresión cultural. Pero al parecer, visto lo visto, esa transgresión es impostada al menos en lo que a gustos cinematográficos se refiere
Bueno, habrá que esperar que salga en Dvd y se podrá ver en casa tranquilamente. Porque un servidor no piensa ir al cine a pagar ni un € por esta película, ni ninguna otra. Aparte de los precios de los cines que me parecen una locura,te prohíben llevarte comida si no la compras en sus instalaciones a precios desorbitados. Entiendo que quienes hacen las pelis, actores, productores, cines, etc.. tienen que comer. Pero creo que ya es hora de que se bajen los sueldos todos y cueste todo más barato.