Cuantas veces, desde que un día conseguimos que la playa de Camposoto fuera por fin cedida para el uso y disfrute de los cañaillas, he escuchado que los accesos a la misma son inadecuados, insuficientes, e incluso peligrosos; que los aparcamientos para una playa de esas características eran, cuando menos, escasos; que el tránsito de los peatones y las bici...cletas por su carretera de acceso era poco menos que suicida ya que, por no existir acera ni carril bici, los peatones tienen que invadir la calzada….

La respuesta de las instituciones, de los naturistas, los ecologistas y otros políticamente correctos…, siempre era la misma: “¡Hombre!, ¿cómo vamos a permitir que se amplíe la carretera en mitad del Parque Natural? Si esos parajes son sitio de paso y cría de todo tipo de aves en claro peligro de extinción. Si esas salinas constituyen el lugar predilecto de descanso del águila pescadora, el buitre leonado, la garza real, el flamenco…”. Yo no sé cuantas otras especies que ahora no me vienen a la cabeza anidan, crían, pasan, descansan, se reproducen o incluso mueren en las” piezas” de esos esteros, yo solo he visto un montón de gaviotas, pero claro, yo no entiendo y a lo mejor no me fijo.
Por eso no entiendo porqué esos animales, que vienen de afuera, o los que viven allí de forma permanente, con certificado de empadronamiento o no, tienen que tener más derechos que los otros animales (los de dos piernas) que también vienen de fuera a disfrutar del único recurso natural que tiene la Isla: Su Playa, eso por no hablar de los derechos de los Cañaillas, que para acceder a la playa tienen que elegir entre irse a las 06:00 de la mañana, o pegarse tres horas en una caravana, para al final después de no encontrar aparcamiento, tener que buscarlo en las playas de Cádiz o de Chiclana.
Pero bueno, en mi ignorancia suponía que si todos estos defensores de la naturaleza, todos ellos entendidos, así lo decían algo tendrían de razón; que si construíamos un segundo carril, paralelo al que ya existe, podríamos dejar sin hogar a todas esa aves que tan buen gusto demuestran y se vienen a nuestra tierra a disfrutar del verano (o la estación que ellas tengan para descansar, criar, anidar, descansar, reproducirse…etc.) y que bueno, que en pos del naturalismo, y la conservación del ecosistema, bien podíamos los cañaillas hacer un pequeño sacrificio, e irnos a disfrutar de las playas en parajes menos concienciados con la naturaleza como Sancti Petri, la Barrosa o Cortadura…
Pero ¿Cuál no ha sido mi sorpresa? que en uno de mis paseos fotográficos, por los senderos del Parque Natural, me he encontrado con la construcción de un carril, de casi metro y medio de altura sobre el nivel de los caños, que une el Molino de Mareas de Rio Arillo con los terrenos de la antigua Escuela de Tiro Naval Janer, atravesando toda la salina de los Tres Amigos, paralela a la N IV ¡¡Están construyendo un carril en mitad del Parque natural!!, claro que no sé si en esa parte del parque en concreto, descansan, anidan, crían, se reproducen o mueren, las aves que impiden que los isleños tengamos, de una vez por todas, un acceso digno, fácil y seguro a nuestra playa, una playa que dicho sea de paso, nos costó para conseguirla años de lucha y disputas con el Ministerio de Defensa.
Siempre he dicho que un medio ambiente sostenible es la única herencia que un día podremos dejar a nuestros hijos; pero que unas normas que impidan el desarrollo de una ciudad, que dificulten la visita del turismo,(y la Isla a estas alturas no tiene otra cosa a la que agarrarse), que limiten el disfrute e incluso el libre acceso a este medio ambiente de los habitantes de una ciudad, deberían cuando menos revisarse; y si encima, EN UNOS TERRENOS EN LOS QUE RIGEN ESAS MISMAS NORMAS Y LEYES, se permite la construcción de un carril, (supongo que para el acceso a las obras del complejo turístico - comercial que dicen que se va a construir en los terrenos de Janer)… a lo mejor es hora de plantearse la ampliación de los accesos, aparcamientos y equipamientos de la Playa de Camposoto, también conocida como Playa del Castillo.

José Mª Cantero García