Rinitis Alérgica
Hablamos de rinitis cuando se produce una inflamación de la mucosa nasal, caracterizada por uno o más de los siguientes síntomas: congestión nasal, rinorrea abundante, estornudos frecuentes y prurito. Se puede acompañar de síntomas oculares, óticos y faríngeos.
Clásicamente se distinguen dos grandes grupos de rinitis: las de causa alérgica y las de causa no alérgica.
La rinitis alérgica se produce como consecuencia de una reacción inmunológica localizada a nivel de la mucosa nasal y que es desencadenada por aeroalergenos. Este tipo de patología puede ser estacional (intermitente) o perenne (persistente), según si aparecen los síntomas en una época determinada del año o si son constantes.
En cuanto a su gravedad, se valora su impacto en la vida diaria. Se basa en la alteración del sueño o en el menoscabo de las actividades diarias como el trabajo, ocio, deporte y estudios.
Su inicio tiene lugar antes de los 20 años, siendo constantes los antecedentes familiares de atopia. Los alergenos son generalmente, excluyendo las ocupacionales, inhalantes domésticos, especialmente los ácaros del polvo, animales (pelo, saliva y epitelio de gatos, perros, caballos, roedores, aves, etc.), esporas de hongos y pólenes. Las intermitentes son más comúnmente debidas a pólenes y esporas de hongos, mientras que las persistentes son más frecuentemente debidas a ácaros y animales domésticos.
¿Cómo se manifiesta?
Los síntomas habituales incluyen rinorrea acuosa, estornudos, prurito nasal, ocular y en la boca, además de congestión nasal, cuando se exponen a desencadenantes específicos. La rinorrea es común a todas las rinitis; los síntomas de prurito nasal, estornudos, prurito y ojos llorosos, y la respuesta a un alergeno específico son más útiles para diferenciar la rinitis alérgica.
En cuanto a la exploración física, es posible encontrar como datos típicos el surco nasal transversal, el edema periorbitario u ojeras, la línea de Dennie Morgan (líneas o pliegues que se observan a nivel del párpado inferior) y mucosa nasal pálida con moco acuoso.
Los antecedentes de atopia familiar, el uso de gotas nasales de corticoides en el embarazo y la exposición a ambientes adversos, como el tabaquismo familiar, se consideran factores de riesgo para el desarrollo de la rinitis alérgica.
¿Cómo se diagnostica la rinitis alérgica?
Una primera aproximación al diagnóstico se puede hacer con una detallada historia clínica y una adecuada exploración física. En pocas ocasiones son necesarias pruebas complementarias.
Pruebas alérgicas
Están recomendadas en pacientes con síntomas graves, en pacientes donde ha fallado la terapia o en pacientes de diagnóstico dudoso.
- Test cutáneos. Si los test alérgicos son requeridos, el prick test es el de elección, mediante técnicas de prick y extractos alergénicos estandarizados.
- IgE alergeno-específica (RAST). Es de interés en caso de no tener disponibilidad del prick test, así como si el paciente toma medicación que pueda interferirla. No se recomienda la determinación de la IgE total al no ser específica.
- Test de provocación conjuntival y/o nasal. Sólo indicadas ante discordancias importantes entre la historia clínica y las pruebas cutáneas.
- Citología nasal. Para apreciar la presencia o no de eosinofilia. Su interés clínico es escaso, por lo que no es utilizada habitualmente.
Pruebas radiológicas
En algunas ocasiones será necesario realizar una radiografía de tórax para descartar patología pulmonar asociada o un TAC de senos ante la sospecha de poliposis u otros procesos.
Técnicas rinométricas
Valoran la permeabilidad de las fosas nasales mediante medición de las presiones y caudales nasales. La realiza el especialista de ORL.
Otros test
- Prueba sacarina.
- Biopsia de la mucosa nasal.
¿Cómo se trata?
Evitar factores desencadenantes
La primera medida consiste en evitar los factores desencadenantes, es decir, los alergenos, pero también los posibles irritantes como humo de tabaco, cosméticos, etc.
Tratamiento farmacológico
Los corticoides intranasales parecen ser los fármacos más efectivos para controlar el conjunto de los síntomas en la rinitis alérgica. Controlan especialmente la obstrucción nasal de modo muy superior a los antihistamínicos. También disminuyen el prurito, los estornudos y la rinorrea tanto en la rinitis alérgica como en las no alérgicas. Tienen también un efecto variable sobre los síntomas oculares.
Los antihistamínicos orales son eficaces en el control de los estornudos, picor y rinorrea, con escaso efecto sobre la obstrucción nasal. Mejoran también los síntomas no nasales, conjuntiva, paladar, piel y vías aéreas inferiores.
Los antihistamínicos tópicos pueden ser utilizados por vía intranasal u ocular, Tienen la ventaja de su comienzo de acción en pocos minutos y pueden ser administrados a demanda, siendo preferidos en algunos pacientes para las rinitis leves intermitentes.
Los corticoides orales sólo se deben emplear en la rinitis alérgica en casos muy graves y en corto periodo de tiempo.
El uso de descongestionantes tópicos pueden ser útiles en un principio en el control de la obstrucción y rinorrea, pero presentan efecto rebote y dan lugar a una rinitis medicamentosa si se usan más de 7 a 10 días.
Otros fármacos de eficacia dudosa y poco recomendados son los descongestionantes orales, el bromuro de ipratropio, las cromonas, los antileucotrienos y la capsaicina intranasal.
Inmunoterapia
La inmunoterapia (vacuna) sublingual y subcutánea parece ser efectiva en la reducción de síntomas y disminución de necesidad de medicación, aunque la magnitud de este efecto es poco clara y de tener algún riesgo.
La inmunoterapia específica subcutánea está indicada en la rinitis alérgica cuando existe sensibilización demostrada a un alergeno único o a grupo muy reducido de ellos, siempre y cuando los pacientes no se controlen con medidas preventivas ni con farmacoterapia o no la toleren o la rechacen. Es eficaz en la alergia a polen, ácaros y determinados epitelios. Requiere que sea administrada por personal cualificado con posterior vigilancia de 30 minutos.
La inmunoterapia sublingual presenta las mismas indicaciones más las que rechazan la inmunoterapia subcutánea. La inmunoterapia sublingual es eficaz para la rinitis alérgica y se ha mostrado que es una vía segura de administración. En niños se acepta la inmunoterapia a partir de los cinco años. Esta terapia no está exenta de riesgos, con posibilidad de una reacción anafiláctica.