El día que tuve la suerte de disfrutar “Gravity” en 3D, salí con la sensación no de haber presenciado un simple film sino una fabulosa experiencia sensorial capaz de reconciliar al espectador con el cine en pantalla grande. Un film distinto, vibrante y magistral que marcaría una referencia ineludible en el cine del futuro. Alfonso Cuarón ya dejaba entrever su inmenso talento desde hacía tiempo, hasta que “Hijos de los hombres” me lo confirmó hace poco más de un lustro.

Así que, por todo lo expuesto anteriormente, anoche me llevé una profunda decepción con la Academia de Hollywood. “12 años de esclavitud” es una estupenda película… me atrevería a decir que incluso magnífica, pero es eso, una simple película. No es una experiencia inenarrable, no va a cambiar el curso de la historia. A pesar de las siete estatuillas, la Academia en lo referente al premio gordo ha pecado de excesivo conservadurismo. “Gravity” merecía el Oscar a la mejor película porque no solo ha sido la mejor de 2013, sino también de los últimos tiempos… pero nadie arriesgó.

Pero nadie arriesgó, a pesar de que la brillantísima presentadora de la gala era de todo menos una apuesta conservadora. Ellen DeGeneres demostró entre pizzas y “selfies” que para ser lesbiana, millonaria y poderosa en un país como ese, hay que poseer un talento y carisma fuera de lo común. Anoche demostró con creces ambas cosas.

Teniendo en cuenta que los dos film antes citados acapararon nada menos que diez estatuillas, poco dejaron del pastel para el resto de candidatos.  Incluso hubo roscos históricos, como el cero de diez de “La gran estafa americana” o el cero de seis del “Capitán Phillips”.

Pero la gala también será recordada por los tres premios para “Dallas buyers club”. Un film pequeño basado en una historia real en el que sus protagonistas son enfermos terminales, un detalle siempre irresistible para los académicos a la hora de votar. Matthew McConaughey interpreta a un enfermo de SIDA y Jared Leto – mejor secundario, con el mejor discurso de la noche – además interpreta a un transexual. No dudo que sean merecidos, pero eran premios predecibles. Cuando se estrene por aquí en breve, veremos el calibre de la interpretación de un McConaughey que no dudó en sacrificar su aura de sex symbol en pos del personaje.

Cate Blanchett consiguió su segundo Oscar por su fabuloso papel en “Blue Jasmine”, aumentando la leyenda de Woody Allen como un inmenso director de mujeres… que además ganan el Oscar trabajando con él. La Blanchett se une al grupo formado por Diane Keaton, Dianne Wiest, Mira Sorvino y Penélope Cruz de actrices oscarizadas bajo su batuta.

Por lo demás, regreso de Disney por la puerta grande con dos justos premios – no sé si los fans de U2 pensarán lo mismo – y premio para el sobrevalorado Spike Jonze por su original guión para “Her”.

Por último recordar que era obvio que este no iba a ser el año de Scorsese, a pesar de que ha realizado con más de setenta años un film excesivo, adrenalítico, provocador y brillantemente pasado de rosca. Pero era demasiado para unos académicos que a buen seguro se han echado las manos a la cabeza con el vigor y el descaro narrativo del genio de “Little Italy”.

Tampoco iba a ser el año de un DiCaprio que parece ser el nuevo eterno perdedor. Una “suerte” que ya le correspondió sufrir a Pacino o Newman, consiguiéndolo ambos por interpretaciones que distaban mucho de ser algunas de las que construyeron su leyenda. Y sí, a Leo lo comparo con esos monstruos porque para mí lo es. Un actor fantástico y valiente al que no le importa arriesgar su privilegiada posición en el Olimpo de Hollywood con tal de no traicionar su agudo olfato artístico. Que pose con la estatuilla es cuestión de tiempo, aunque sean décadas…

Y ya comienza la cuenta atrás para la gala del 2015, de unos premios que están más vivos que  nunca a pesar de que por mucha DeGeneres magistral que conduzca la noche, siempre se eche en falta al inmensamente genial Billy Cristal. Quizás el próximo año…