Publicado el: Vie, 21 Mar, 2014
Opinión

La empatía

Art.11.Llevo unos días con la misma palabra en la cabeza. No sé si será ese el motivo de que se me repita en la boca de otras personas, o si son esas personas las que hacen que retumbe en mi interior. La "empatía"...una palabra cada vez más usada, pero...¿también un sentimiento cada vez más extendido? No es más triste que haya algunos que no sepan lo que significa que el hecho de que haya otros que ni siquiera hayan experimentado lo que es sentirla.

La Real Academia Española la define como la "identificación mental y afectiva de un sujeto con el estado de ánimo de otro". Qué bonito suena...pero qué capacidad de apertura tan grande debemos poseer, tanto en la mente como en el alma, para llegar a llevarla a cabo. El mundo entero sería diferente si fuésemos capaces de ponernos en el lugar del resto.

Es preciso que empecemos por los que tenemos cerca. Esto puede ayudarnos a expandir esta empatía al mundo entero y así, conseguir hacer de este caos que nos envuelve un sentimiento mucho más apacible para aquellos que se encuentran en situaciones menos favorecidas que las nuestras, para, por qué no, hacer de nuestros malos momentos algo pasajero y con una solución mucho más sencilla.

Conozco el motivo de que gran parte del mundo se niegue a ser empático con el resto. La empatía, en la mayor parte de los casos, es dolorosa y...¿por qué sufrir por los problemas de los demás si nosotros ya tenemos los nuestros? La respuesta es sencilla. Si ayudamos a los demás en sus dificultades, los demás se encontrarán mejor para tendernos sus manos cuando seamos nosotros los que estemos en apuros. Y, además, ¿hay algo más satisfactorio que ayudar a los demás? Os invito a probarlo.

Ya lo sabéis, una sola persona no podrá arreglar los males de todo un planeta, pero con cada uno de nuestros granitos de arena podremos levantar enormes playas de tranquilidad en las que muchos otros puedan tumbarse a descansar, a desahogarse, a simplemente, respirar...

Normalmente aprendemos esto a fuerza de mucho dolor, de cientos de desplantes, abusos emocionales y acciones despectivas hacia nuestra persona, pero, más tarde o más temprano, todo acaba por cobrar sentido y, con el tiempo, acabamos por sentirnos agradecidos por todos estos hechos, pues ahora nos basta mirar a los ojos de la otra persona para saber cuándo se siente feliz, cuándo llora por dentro, o cuándo un guiño, una sonrisa o un abrazo puede hacer cambiar toda su realidad. No se trata de hacer nuestros sus problemas, sino de ser capaces de saber hasta qué punto pueden estar sufriendo, pueden necesitar algo más que una mirada que pasa como si nada a su alrededor tuviese ninguna razón de ser.

Me siento libre porque siento la pena del que no tiene nada, asumo el dolor del que pierde a alguien, entiendo el caos de quien no sabe cómo actuar, adquiero el papel del que trata mal a los demás. Todo tiene un porqué, toda infancia nos marca, todo crecimiento puede llegar a ser una marcha atrás que necesita de nuestras buenas intenciones para seguir adelante. No somos mejores que los que hacen mal las cosas, tal vez sólo tuvimos la suerte de tener a alguien que nos enseñó cómo hacerlo; no somos más inteligentes que el que no sabe leer, simplemente hemos tenido la posibilidad de aprender a hacerlo; no somos más simpáticos y agradables que el que hace reír a todo el mundo, quizás nos pasamos nuestra vida luchando por sobrevivir y no nos dieron la ocasión de divertirnos hasta ese punto...

Qué sabemos de los demás...qué sabemos de nosotros mismos... Qué...qué sabe nadie de la evolución que nuestro ser a tenido en esta vida, en vidas pasadas, en momentos que no controlábamos. Quiénes somos para juzgar, para obviar la realidad, para dar la espalda a lo que no nos hace sentir tan bien. ¿Por qué la sociedad huye de lo negativo sin darse cuenta de que tan sólo está en nuestras manos convertirlo en algo enormemente positivo? ¿Por qué educamos a seres egoístas y competitivos que no tienen la capacidad de amar por encima del materialismo y la falsa felicidad?

Me planto ante tanto descaro y reconozco ante el mundo que lloro; lloro cuando veo que hacen daño a otras personas, cuando alguien muere, cuando dañan nuestro planeta, cuando cierran los ojos ante la verdad, cuando matan sin motivos, cuando admiran a quien no sabe amar, cuando destierran a quien no hizo nada malo, cuando se dan la vuelta ante la pobreza, cuando lapidan a quien supo dejarse llevar por sus pasiones, cuando insultan a quien no se esconde de sí mismo, cuando, sencillamente, alguien no quiere entender a los demás.

Pero lo mejor, es que muchas más veces sonrío. Sonrío porque cuanto menos pienso más fácil me resulta sentir, cuanto menos deseo más obtengo, cuánto menos me importa el porqué más comprendo los motivos que a todos nos llevan a hacer las cosas; sonrío porque siendo feliz, sincera y amable con el mundo, el mundo se da la vuelta para regalarme lo más importante...el amor de todos los que son capaces de ponerse en mi lugar, en el lugar de alguien que sólo tiene un motivo para vivir....que es tan sólo el de ser eternamente feliz.

Sobre el autor

- Escritora, maestra y loca soñadora. Con el firme objetivo de ser feliz a cada segundo y compartir con el mundo cada sonrisa, cada sueño y cada aprendizaje que el Universo nos permite experimentar.

Mostrando 2 comentarios
  1. SYLVIA GIRALDO VILLEGAS dice:

    Este es el verdadero sentido que tiene la vida el servicio a los demás. Esa entrega buscando siempre el bien para el otro. Gracias por recordarnos siempre estás cosas que son las importantes en nuestra vida.

  2. lidia dice:

    Hacia mucho tiempo que no leía algo tan bueno,. suerte te lo mereces?

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