Cada vez que escucho a la alcaldesa de Cádiz hablar sobre ese futuro fantástico que le espera a la provincia con la llegada de más cruceros me acuerdo al instante de Paco Martínez Soria y de aquella película suya: “El turismo es un gran invento”. Y es que si de algo me sirvieron a mí las emisiones en TVE de Cine de Barrio fue para darme cuenta de que en medio siglo hemos cambiado bastante menos de lo que creemos.

Sin querer entrar en un análisis de género de la película porque daría para varias entregas, tan sólo recordar que aquel film de Pedro Lazaga contaba la historia del alcalde de un pueblo aragonés de mala muerte que se va a la Costa del Sol buscando soluciones para atraer turistas a su localidad. Al final, el primer edil y su cuadrilla de concejales se gastan una millonada en Marbella bebiendo champán y flirteando con chicas y sólo traen de vuelta una moralina judeocristiana de dictado franquista.

Independientemente del color de su gobierno local, esta historia se podría extrapolar todavía hoy a casi todas las ciudades y pueblos españoles. No pretendo en absoluto que se dé la espalda a una industria que supone una de las fuentes de ingresos más importantes de la provincia de Cádiz, pero ya es hora de que se cambie un poco el cuento. Está claro que por esa vía no se puede progresar mucho más y es muy triste que los responsables públicos nos sigan vendiendo el turismo como la solución a todos los males. Esto no hace más que poner de manifiesto su falta de imaginación para buscar nuevas soluciones. Y lo que creo que es más grave es que se sigan gastando millones de euros en viajes de políticos de todas las provincias al FITUR de Madrid o al World Travel Market de Londres para hacerse fotos comiendo jamón o bailando sevillanas. El turismo efectivamente fue y es un gran invento, lo que no estoy tan seguro es de que  el umbral de conformismo de la ciudadanía siga siendo el mismo y de que aquellas repeticiones de las que hablaba el señor Goebbels les sigan funcionado durante mucho tiempo.

Javier Baron