Los ángeles no se anuncian en televisión
El otro día escuchaba en el 44 a uno que se quejaba mientras mojaba un churro frío en el café -Si es que por no haber, ya no hay ni anuncios navideños en condiciones- decía el hombre.
Y algo de razón no le faltaba. La Navidad ha sido siempre tiempo de publicidad. Por eso si preguntas por los spots más recordados de la Historia, la mayoría hablará de las muñecas de Famosa o del turrón El Almendro. Estas fiestas han sido siempre como una larga pausa publicitaria que cada año aparecía en mitad de nuestra vida tiñéndolo todo de purpurina. Pero un buen día las burbujas de Freixenet explotaron y aquel bombardeo que empezaba en octubre empezó a descender en intensidad hasta alcanzar la cota más baja en 2012. Aunque a decir verdad, tengo que discrepar con aquel hombre del churro frío. Si algo tienen de bueno las épocas de vacas flacas es que se agudiza el ingenio. La baja cota económica alcanzada el año pasado nos trajo consigo una de las campañas publicitarias más inteligentes de los últimos años. La llamada al optimismo de Campofrío, realizada por Álex de la Iglesia y protagonizada por históricos de la comedia española, se convirtió en pocas horas en un vídeo viral que inundó internet. Fue un acontecimiento que tuvo un impacto social tremendo y fue tan comentado como una final de un mundial de fútbol. El éxito de la campaña supuso un símbolo inequívoco de que los medios audiovisuales estaban cambiando y que para llegar al consumidor había que llevar a cabo una estrategia cada vez más compleja, iniciada desde varios frentes a la vez. Es lo que viene a ser el concepto transmedia, una palabreja que inunda todos los estudios de comunicación realizados de un tiempo a esta parte. Este año la empresa cárnica y la agencia McCann Erikson han logrado lo que parecía imposible y de la mano de Icíar Bollaín han vuelto a conseguir que los españoles saquemos pecho. Con el lema de “hazte extranjero” han hecho una apología de lo patrio que ha enternecido a miles de internautas que le han dado a “me gusta” en pocos días. Lo que no deja de ser paradójico es que esto nos lo diga una compañía de origen burgalés, cuyas acciones han pasado en los últimos años a manos de inversores norteamericanos, chinos, mexicanos… y que además ha planteado duros Expedientes de Regulación de Empleo para ampliar el volumen de negocio. En fin, que parafraseando aquel documental: está claro que la revolución no será televisada.
Javier Baron