Al estilo Juan Palomo
El Juan Palomo Style tiene todos los visos de convertirse en el auténtico bombazo de este verano, y la verdad es que no puedo decir que no sea por méritos propios, ya que al igual que este personaje que él se lo guisaba y él se lo comía, nuestro Gobierno ha copado el mayor poder de la democracia haciendo de la separación de poderes del Estado una auténtica pantomima. Cierto es que nuestras leyes dan plenas facultades al partido que ostente el poder en cada momento para hacer de nuestra país su cortijo particular, pero el uso que está haciendo de ello nuestro actual Gobierno no tiene parangón en la historia moderna de España.
Y aquí me asaltan ciertas dudas. ¿Sabemos los ciudadanos que cuando votamos a algún candidato para unas elecciones municipales le estamos dando carta blanca al partido que votamos para que puedan elegir a dedo a sus candidatos para ser diputado provincial? ¿Somos conscientes de que cuando votamos a un candidato para ser presidente del gobierno a la vez le estamos concediendo patente de corso para hacer y deshacer a su gusto en las más altas esferas del panorama jurídico nacional?
Es más…¿Es lícito llegar a un gobierno con un programa que propugnaba todo lo contrario de lo que después han llevado a cabo? Ese programa, esa hoja de ruta, ¿No debería estar depositado bajo notario? ¿No tenemos los ciudadanos derecho a saber qué votamos realmente? ¿Es legal llegar al poder gracias a una campaña financiada con un dinero que, presuntamente, ha sido depositado en sus cuentas por varios empresarios y que no se ha contabilizado oficialmente?
Desde Soledad Becerril (exdiputada del PP para más señas), que lidera la institución del Defensor del Pueblo y que tuvo la desfachatez de anunciar hace un mes que “no percibo ningún descontento ciudadano con nuestra democracia”, pasando por el Tribual Supremo que hace pocos días rebajó la pena a Jaume Matas de seis años de prisión a nueve meses, hasta llegar al Tribunal Constitucional cuyo Presidente ha reconocido su afiliación al PP, hay toda una retahíla de personas y personajes haciendo a la vez de juez y parte en nuestra supuesta democracia.
Ahora se entiende que el TC inhabilitara a Garzón por atreverse a investigar la trama Gürtel y a Bárcenas. Ahora se comprende que al juez Silva el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) lo haya suspendido en el ejercicio de sus funciones por haber tenido la osadía de encarcelar al banquero de Aznar. La permanencia del juez Ruz al frente del ‘caso Gürtel’ depende de un solo voto; voto que emitirá un juez puesto a dedo por el PP, ¿Alguna persona que tenga duda sobre la resolución? El presidente del TC, que según los estatutos de su partido debe cumplir las directrices del PP, tiene el cometido de resolver 11 recursos del PSOE contra leyes de Rajoy. ¿Hay alguien que crea en su imparcialidad?
Encarcelar o inhabilitar a los oponentes y absolver o indultar a sus acólitos es algo que recuerda peligrosamente a tiempos pasados. Lo que está ocurriendo es algo que, como dice alguien que conozco bien y aprecio mucho, empieza a dar mucho miedo.