Que la solidaridad debe empezar por uno mismo es mucho más que una frase hecha. Es más, si no somos solidarios con nosotros mismos jamás estaremos en condiciones -ni moral, ni económica ni material- para serlo con los demás.

Cuando media Andalucía está literalmente con el agua al cuello por las crecidas de ríos causadas por las copiosas lluvias unidas a la falta de inversión, se me hace cada vez más difícil digerir que la Junta de Andalucía destinase la friolera de 635.762,71 euros a la prevención de inundaciones en el tramo final del río Loukkos en la provincia de Larache, Marruecos.

Si bien es cierto que el proyecto ha sido cofinanciado por la UE con fondos FEDER, y que se trata de un Programa de Cooperación Transfronteriza cuyo objetivo es exportar experiencias y resultados del Plan Andaluz de Avenidas e Inundaciones, según nos cuentan desde PSOE e IU,  no es menos cierto que para exportar experiencias primero hay que tenerlas, y al menos a mí me parece que la experiencia que tenemos aquí en materia de prevención de inundaciones es, como mínimo, insuficiente viendo las consecuencias que traen consigo cada vez que caen más de tres gotas.

Yo, como emigrante que he sido durante 18 años, soy el primero en comprender la situación de muchas personas en países con menos recursos, pero esos fondos europeos (y el restante que ha aportado la propia Junta de Andalucía), ¿no serían más lógicos que se destinaran, por poner un ejemplo, a proyectos comunes entre España y Portugal?

Quiero recordar que en Marruecos reina el séptimo monarca más rico del mundo, con una fortuna estimada en 2,5 mil millones de dólares, gracias fundamentalmente a la exportación de fosfato que supone 2/3 partes del fosfato que se exporta en todo el mundo.

Recordar, también, que a Marruecos se le permite la libre circulación de sus productos hortofrutícolas por toda la UE mientras se vetan los acuerdos de pesca en sus aguas.

¿Solidaridad? Sí. El Rey alauí con sus ciudadanos, y nosotros, primero,  con los nuestros, con los más cercanos. Si hablamos de la prevención de inundaciones, tenemos muy cerca la zona rural de Jerez que vive todos los años auténticas pesadillas. Podrán aducir que técnicamente no son inundaciones, ya que la mayoría de las casas afectadas están construidas  en el cauce del río, pero alguna solución habrá que darle y la solución requiere, siempre, dinero.

En Écija tenemos otro ejemplo relativamente cerca. ¿Existe alguna explicación lógica para que en Écija no se hayan ejecutado en totalidad las obras que se presupuestaron en 2010 –y cuyo plazo de finalización era mayo 2012- y tenga que intervenir el ejército y se desalojen colegios por la crecida del río Genil y el desbordamiento del arroyo Argamasilla?