Los "grillos" de la carga
Algún cofrade, sin saber en concreto a que se hacía referencia, quedó sorprendido y desconcertado cuando esta pasada semana santa escuchó la frase en boca de un capataz dirigida a sus cargadores: “vamos a salir escuchando los grillos”. ¡Dios sabe que pasaría por su cabeza en ese momento! ¿Grillos?
La palabra es una aportación popular al léxico de la carga, creada por los propios cargadores. La he buscado en internet –lo que no aparece en internet no existe- por si su uso estuviera generalizado en otras ciudades por las cuadrillas que sacan los pasos. Y no, no la he encontrado.
Y lo cierto es que ese cofrade no tenía por que saberlo, pues la palabra pertenece al argot más íntimo de los cargadores. Incluso algunos de los de abajo también oían la frase por primera vez. Eran aquellos acostumbrados a sacar los Pasos por holgadas puertas de los templos, donde se puede salir perfectamente, sin mucho agobio debido a su amplitud.
Por el contrario, en la limitada angostura del cancel, arcos o puertas de determinadas iglesias, el Paso no puede mecerse bajo pena de golpear en los laterales o incluso arriba, en las macollas de los palios. Por ello las salidas o entradas deben ser muy cuidadosas. Así que los cargadores deben arrastrar los pies, sin mucha separación entre ellos, evitando mecer lo más mínimo, produciendo un desplazamiento únicamente hacía delante y no hacia las bandas. En ese avance arrastrando los pies, las zapatillas de los treinta y seis cargadores rozando con el suelo del templo, producen un rumor característico semejante al sonido monótono y chirriante de un grillo en noches de verano: cri, cri, cri…
Con ese sonido onomatopéyico de fondo marcándole el compás, salen los cargadores grillando -del verbo grillar- hasta que han traspasado el obstáculo de la puerta y a partir de ahí se coge el ritmo normal de carga. Estos son los grillos de la carga que como queda dicho, no tienen nada que ver con los otros grillos, los veraniegos y chillones que no nos dejan dormir por la noches.