Tsunami en Sanlúcar
Hace aproximadamente dos años que vengo escribiendo sobre el tsunami de ciudadanía que deseaba y que, sin duda, iba a llegar.
El pasado fin de semana, durante el I Congreso de Ciudadanos de Cádiz, ese tsunami se vistió de Albert Rivera, presidente de Ciutadans-partido de la Ciudadanía, que con conceptos que deberían ser obligados como la honradez, transparencia y gestión ha logrado hacerse un hueco importante en el panorama político español.
Yo me alegro enormemente que plataformas y partidos surgidos del movimiento ciudadano logren por fin arrinconar y ponerles las cosas difíciles a los dos grandes, pero es realmente penoso que esto tenga que ocurrir por la sucesión de hechos corruptos en el PP y PSOE. No hay un solo día en el que no nos enteremos de algo peor que el día anterior y que ahora pretenden limpiar todo con un pacto anticorrupción que no será más que papel mojado de cara a la galería, al igual que ocurrió con su famosa Ley de Transparencia en la que colaron una letra pequeña que aclaraba que a cualquier solicitud de información sobre contrataciones públicas, subvenciones, programas anuales o ayudas se podrá responder con “silencio administrativo”, siendo además innecesario dar ninguna motivación.
Toma transparencia. Toma anticorrupción.
Otra medida muy comentada y que han pretendido vender como modelo de transparencia ha sido publicar las declaraciones de la renta de nuestro presidente. ¿Alguien puede explicar para qué sirve eso? ¿Quizás en su declaración de la renta viene reflejado si ha cobrado algo en dinero negro? Si para algo han servido esas declaraciones es para demostrar que nuestro actual presidente del gobierno nos mintió -una vez más- cuando manifestó allá por el 2007 que él tenía el mismo problema que el resto de los españoles para llegar a fin de mes, ya que ahora se ha demostrado que por esas fechas tenía más de 700.000 euros invertidos en Bolsa y fondos de inversión y otros 231.000 euros en la cuenta corriente o depósitos bancarios. Esto confirma que estamos ante un verdadero mentiroso compulsivo, por mucho que pretenda camuflar sus mentiras con la herencia recibida.
En cualquier caso, y por mucho que sintamos la necesidad de denunciar este tipo de cosas una y otra vez hasta la saciedad, me quedo con las palabras de Albert Rivera que decía que había llegado la hora de olvidarnos del PP y del PSOE. Ha llegado la hora del trabajo, la gestión y la ilusión. La hora de que el tsunami ciudadano tome fuerza e inunde de esperanza a todo el país haciendo ver a estos políticos profesionales que no los necesitamos para nada.