Dictadura alemana
Que el pueblo alemán se caracteriza por ser serio, responsable y trabajador es algo que prácticamente no se le escapa a nadie. Es algo que se da por hecho porque es cierto.
Tan cierto como que en Alemania fueron los primeros y principales receptores de rescates a sus bancos, a través de ayudas directas de emergencia del Banco Central Europeo (BCE), causado por su avaricia al invertir de forma irresponsable ingentes cantidades de dinero en países donde habitan ciudadanos tan flojos, vagos y zafios como griegos, portugueses, italianos o españoles. Ahí están, por poner solo dos, los ejemplos del Commerzbank (prácticamente nacionalizado) y Deutsche Bank (acusado de haber destruido u ocultado datos y documentación que se relaciona con el escándalo del fraudulento comercio con emisiones contaminantes). Esos bancos prestaron mucho más de lo que tenían, por lo que los “rescates” -y lo pongo entrecomillado para que no quepa duda- a los bancos de los países mediterráneos no son otra cosa que ayudas a sus propios bancos, o dicho de otra forma: los rescates de los países en crisis son rescates de la banca acreedora. De hecho, son muchos los millones de euros que vuelan, a diario, de estos países hacia Alemania.
A cambio de tanta generosidad exigen a los ciudadanos de estos países unos recortes brutales en cuanto a servicios sociales se refiere, y se permiten el lujo de poner al mando de esos países a tecnócratas puestos directamente por ellos, en algunos casos sin el preceptivo trámite de unas elecciones, y dictar de esta forma la política que deben seguir los demás para asegurar su propia economía. Conceptos como austeridad y ahorro público son la excusa perfecta para imponer su criterio, sin tener en cuenta que con esos mismos criterios Alemania está al borde de entrar en recesión al crecer tan solo un 0,7% en 2012 frente al 3% el año anterior.
Sin embargo nuestra vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, visitó esta misma semana a Angela Merkel, más que nada para tener una foto junto a la gurú de las finanzas europeas, y declaró orgullosamente al finalizar su visita que “nuestras reformas nos dan credibilidad”. Todo esto a pesar de haber escuchado de viva voz por parte de la gurú que nos debemos apretar más y que el IVA puede subir aún otro poquito.
Siendo consciente de que hay muchas duplicidades administrativas de dónde poder ahorrar, también lo soy de que la solución no es crear empresas con un solo euro de capital social como ahora quieren proponer, sino adoptar medidas para hacer que el dinero llegue a las familias y fomentar el consumo si no queremos que esas empresas, sea cual sea su capital social, estén abocadas al fracaso.
En Italia parece que lo han entendido, dándole una auténtica guantá sin manos a los germanos, al votar hace algunas semanas, por despecho, a un Giorgio Napolitano que no entraba en las quinielas de los alemanes. Peer Steinbrück llegó a decir hace pocos días que se encontraba horrorizado porque dos payasos hayan ganado en las elecciones de Italia. Yo ignoro hasta qué punto los políticos italianos puedan o no ser payasos, pero lo que sí tengo claro es que un pueblo que apoyó durante unas elecciones democráticas a Adolf Hitler con más de un 33%, tiene muy poca autoridad moral como para intentar darles clases a los demás e intentar decirles a quien y como deben votar.
De Italia y los italianos, para bien o para mal, poco nos puede sorprender a estas alturas ya que elevaron a parlamentaria a una estrella porno como Cicciolina con la misma intención: mostrar su rechazo a lo que había. De hecho, estoy seguro, de haberse presentado Leo Bassi hubiera barrido. Sin embargo espero que aquí seamos capaces de tener la cabeza más fría y que cuando nos decidamos por quitarles el poder a los que durante tantos años nos lo han quitado a nosotros, lo hagamos para apostar por políticos surgidos desde movimientos ciudadanos que hayan demostrado ser capaces de gestionar el dinero público y que si tienen alguna deuda no sea otra que con los propios ciudadanos y no con otros partidos, empresas, tesoreros o fundaciones.