Las exigencias de Cultura se convierten en un freno para revitalizar el centro
La remodelación de la calle Real ha servido para que los isleños se den cuenta de las posibilidades y la repercusión económica que puede tener esta reforma en el futuro de San Fernando. Un paso importante para un cambio de modelo basado en el sector servicios, pero que aún hay que matizar.
Y es que aunque cada vez son más los que aprovechen el amplio espacio para caminar que ofrece la vía y disfrutar con sus terrazas, aún falta que surjan empresas motoras que por sí sola atraigan a personas.
No hay ninguna firma de renombre que se haya decidido por apostar y abrir una de sus tiendas en la calle Real, lo que no quiere decir que no haya habido interés. Sin embargo, n este respecto se encuentran con una serie de inconvenientes que van más allá de la movilidad o acceso al centro de San Fernando, cumplir los estándares de Cultura. Mientras en otras ciudades las grandes superficies han sido capaces de adaptar edificios históricos a sus necesidades y a pesar de la protección en San Fernando parece una tarea difícil, o al menos poco rentable.
El ejemplo más claro se encuentra en la casa Lazaga. Este inmueble es actualmente buque insignia del olvido, de la falta de mantenimiento y el deterioro. Y todo porque los empresarios interesados en montar allí un hotel no son capaces de conseguir que el proyecto se adapte a sus necesidades económicas y las protecciones que le impone Cultura. Un ejemplo que ilustra perfectamente estos problemas se encuentra por ejemplo en las puertas. Hay algunas que no están adaptadas para el paso de persona con movilidad reducida, por lo que para construir el hotel se pretenden agrandar, pero Cultura no lo permite, por lo que el hotel no cumple con ese estándar tan importante de calidad